TRIBUTO AL NIÑO AZUL

“El sol…”Me gustan los días soleados, aunque tengo que aceptar la existencia de la noche en sus formas más ominosas.
No me acostumbro: amo el misterio de la noche, sus enigmas, sus incógnitas, la pura poesía de sus estrellas; pero a veces me desvela tanta oscuridad.
“Es peligroso sentarse bajo un árbol” te escuché decir. No siempre , Niño Azul. Haroldo Conti escribió que “un día de un árbol viejo es un día del mundo”. 
En cuanto a “los vecinos ideales”, seguro que no son los míos.
La aldea se ha vuelto global y el mundo es un pañuelo. ¿o “fue y será una porquería?.
“Acá tengo una nube” ¿Me subo o no me subo? ¿Y si es tóxica?
Es cierto que “existe el tiempo que todo se lo lleva”; lo que no quiero es adaptarme a los vínculos descafeinados, dietéticos, líquidos. Y me pongo triste y rumio: “Todo esto pasó con nosotros” rememorando un poema precolombino.
Me acuerdo de una maldición (china o hindú): ¡“Ojalá te toque vivir en tiempos interesantes”! .
Me gusta que vos, Niño Azul no andes corriendo vanamente.
¿Are you slow people?

A tu padre, un tal Rep, lo noté apenado porque un amigo con cara de búho se había ido. Pero los que vuelan nunca se van.
Adoro los búhos, tengo varios entre mis libros, aunque no los colecciono porque las colecciones me abruman. También andan por mi casa, dos gatos negros, pero de verdad, negros y traídos de la calle.
Los búhos parecen gatos con pico. Más allá de cualquier comparación, me interesan las miradas más que los ojos.
Me encantan, además, las preguntas que habitan tu morada, mejor dicho , tu tira: subvierten “un sistema de desvínculos para que los callados no se hagan preguntones y para que no se junten los solos ni junte el alma sus pedazos” (Otra vez Galeano dixit)
Siempre intento “hacer camino al andar” y “hacer la historia en lugar de repetirla”. Pero “la lucha es cruel y es mucha”.
Al don al don al don Pirulero Cada cual cada cual atienda su juego
Y el que no y el que no Una prenda tendrá.
Eso sí que nunca falta. No te mandan a Berlín, justo ahora que no hay muro (No van a darte el placer de viajar, salvo que cambien y te manden a la frontera mejicana) .
Kafka sabía de esto: como insisten en metamorfosearnos, ningunearnos, procesarnos, hacernos recorrer laberintos y desgarrarnos la piel con una aguja “justiciera”.
“Preferiría no hacerlo” decía el escribiente de Melville hasta que ya no pudo hablar. Mientras tanto , el obrero de Brecht ya no pregunta ni lee ni es obrero.
¿Sabés Niño Azul? Ando llorando bastante últimamente. ¿Tengo, debo despedirme de las utopías y aceptar que se borronee el horizonte?
¿Cómo hacés, Niño Azul, para seguir siendo niño y azul y no sufrir como un beduino? (Por esto de predicar en el desierto, que es a veces una sensación insoportable)
¡Pobre Discepolín! Me parecías un amargo. No me daba cuenta de que eras un chiquilín azul con la ñata contra el vidrio que giraba y giraba tocando timbres de puertas cerradas con candado y corazones vacíos.
Por suerte podemos llorar y/ o escribir y/o reirnos y/ o amar y / y amar la vida, gracias por el fuego que me ha dado tanto. ¡Eh, pará! Ya estás cayendo en los lugares comunes.
“Una que sepamos todos”, pero a Jesús no lo bajan ni a palos de la cruz.
Bueno, a mí me gustan las mezclas; eso sí, me reservo algunos principios básicos.
Hace un tiempo me soñé como Anaire, una especie de niña azul alada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno.
Carlos H Ruarte (alumno suyo de los martes y viernes en Montes de Oca)

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