GRANDES SUPERFICIES

El Colo, así lo llaman, roba pequeños objetos en grandes superficies, tal es su expresión al respecto.
No le interesan los almacenes o tiendas de barrio, ni las panaderías ni los quioscos.
Nacido en Colegiales, alguna vez estudió un año de Arquitectura, cuatro de Medicina y, posteriormente se fue de mochilero con una moto usada, en un intento de emular al Che, aunque lo atraparon más la aventura y las muchachas que los pobres y los enfermos .
Frecuenta los shoppings vestido de elegante sport, barba y bigote prolijamente recortados, pelo levemente rojizo con una calva incipiente, sonrisa impecable y un especial tono de voz que le da cierto glamour como le dice siempre su novia portuguesa. Ni alto ni bajo, un poco excedido de peso, fugaz la mirada cuando está al acecho, intensa cuando mira a una mujer.
Sube y baja las escaleras mecánicas llevando entre su ropa una agenda, un libro, una billetera de marca o una pipa hindú o un llavero bañado en oro, un anillo y no mucho más.
Después compra en el mismo sitio algún perfume francés o una bata de seda, quizá una bandeja de plata o una cartera de marca para Belén.
Cuando está en Europa, le encanta ir a El Corte Inglés de donde trae una gran variedad de regalos para sus amigos que no le cuestan nada más que un poco de adrenalina.
En Buenos Aires ha empezado a ensayar otra modalidad: los Bancos: se acerca a una cajera joven, la envuelve con un acento indefinido entre el francés y el italiano, la seduce con algún cumplido prudente y luego, esgrime alguna sutil amenaza que a esa altura ya casi no hace falta, le exige la entrega de no más de quinientos pesos, le pide silencio y le regala una rosa color té. En estos casos toma sus precauciones tuneado de diferentes maneras para no ser reconocido en otra incursón.
A esta altura cabe aclarar que no es cleptómano.
Él afirma que busca molestar en los sitios donde se mueve el dinero y agrega riéndose: _Es mi forma de hacer la revolución permanente.
La novia desconoce este hobby. Enseña portugués y de tanto en tanto, trabaja como promotora.
El Colo es dueño de un sex shop en un departamento de Recoleta donde atiende personalmente a una selecta clientela .
Hace unas semanas un hombre dejó su sobretodo arriba de un sillón de estilo francés en la sala donde se exponen los productos dispuestos en elegantes vitrinas.
Mientras el maduro señor seleccionaba algunos juguetes sadomasoquistas, el Colo observó que de un bolsillo interno del sobretodo sobresalía un arma. Nunca le habían interesado, pero esta vez sintió el impulso de apropiársela. Sin embargo, el hombre lo vio y se le abalanzó a los gritos.
Se escuchó un disparo. Una muñeca inflable con la cara de Pamela Anderson y pechos de gran superficie y volumen yacía destrozada en el piso. La habían traído de los Estados Unidos hacía un mes.
__ ¡Asesino!__ gritó un joven de unos treinta años que tenía en la mano una tanga de vedette. Yo amaba a esa mujer y hoy me la iba a llevar.
Para calmarlo, el Colo le regaló otra idéntica a Madonna, aunque de menor calidad y dimensiones.
Mientras tanto, el tipito del sobretodo guardó la pistola y compró un látigo y dos esposas.
Ahora el Colo quiere robar algo en la Sociedad Rural, pero los toros son muy grandes y lo miran mal.

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